Las enfermedades psicosomáticas existen y está demostrada que su prevalencia oscila entre un 15 al 30% en la población. Es claro que hay una interacción real entre la mente y el cuerpo. Nuestros pensamientos, emociones y sentimientos nos afectan directamente y pueden llevar a padecer síntomas físicos reales. Las personas que cursan con enfermedades psicosomáticas manifiestan uno o varios síntomas que no son secundarios a una patología específica y luego de una exhaustiva revisión no se encuentra una causa orgánica, por lo que los pacientes recorren múltiples profesionales de la salud sin encontrar una razón médica que pueda explicar sus males.

Hasta el momento diferentes estudios han demostrado que los siguientes mecanismos tales como: hiperactividad de los impulsos cerebrales, compromiso de la plasticidad cerebral, aumento del cortisol y elevación de la adrenalina son claves en el origen de las enfermedades psicosomáticas.

Las enfermedades psicosomáticas afectan a cualquier sistema u órgano. Vivimos en situaciones de incertidumbre , volátiles y complejas que activan el sistema de alerta de forma permanente que nos llevan a tener una percepción de amenaza continua tales como: desvinculación laboral, una separación, la muerte de un ser querido o la enfermedad de alguien cercano. Lo anterior puede conducir a estrés crónico con un impacto letal en la salud mental y física de las personas .

Las manifestaciones de las enfermedades psicosomáticas son extensas como por ejemplo:

– Colon irritable

– Gastritis

– Taquicardia

– Hipertensión arterial

– Asma bronquial

– Urticaria

– Acné

– Diabetes

– Caída de pelo

– Migraña

– Problemas del habla

– Dolores musculares y articulares

– Fatiga crónica

En un estudio publicado en el 2013 por la Psicóloga Priscilla Vargas observó que los síntomas más frecuentes ocasionados por factores psicosomáticos fueron la taquicardia, mareos, náuseas, dolores corporales difusos y dificultad para tragar.

Las enfermedades psicosomáticas se abordan al comprender y entender los síntomas físicos y profundizar en los problemas de base por medio de un diálogo sincero, compasivo, sin juicios y sin discriminación. Brindar una atención integral, sin etiquetas, con explicaciones claras y sencillas.

Las terapias en grupo, la terapia cognitivo-conductual, las terapias de relajación, gestionar las emociones por medio de la inteligencia emocional y ralentizar los pensamientos negativos pueden ayudar a mejorar nuestra salud y al final estar bien con nosotros mismos.