Cuando la fatiga se vuelve crónica.
Una mirada al síndrome de fatiga crónica.
Esta patología es un trastorno que existe, no es imaginario de etiología desconocida en gran medida de exclusión, que puede tener una base inmunológica al encontrar subtipos de linfocitos T ( NK) bajos, activación de mastocitos e infecciosa por encontrase niveles de anticuerpos contra antígenos de virus o bacterias , que se caracteriza por una fatiga que persiste durante más de seis meses con dificultades de memoria o cognitivas y no se evidencia una causa clara. Puede estar asociada a dolor de garganta, fiebre mínima, dolor muscular y articular, dolor de cabeza, sueño no reparador y ganglios en región cervical o axilar izquierdo que son pequeños, móviles e indoloros.
El instituto de Medicina de los Estados Unidos ha propuesto que se cambie el nombre a enfermedad por intolerancia al esfuerzo sistémico(SEID) reflejando el síntoma del malestar postesfuerzo y en el 2015 se definieron nuevos criterios para el diagnóstico en adultos y niños:
-Fatiga continua por más de 6 meses, con deterioro para participar en actividades educativas, sociales, laborales y personales que no se alivia con el descanso asociado a trastorno cognitivo.
-Desorden postesfuerzo definido como un colapso después de un ejercicio mínimo mental o físico.
-Sueño no reparador e intolerancia ortostática (desregulación autonómica).
Esta patología es más prevalente en mujeres de mediana edad, con personalidad tipo A, no buscan ganancia secundaria, desean que se pueda restaurar una vida funcional.
Siempre es importante eliminar otras causas de fatiga persistente como son las actividades arduas y extensas en el trabajo, en el hogar y con los cuidados de la familia.
Es importante descartar diagnósticos diferenciales que puedan causar fatiga como malignidades, trastornos tiroideos o enfermedad de Addison, patologías cardíacas y hepáticas, anemia, enfermedades autoinmunes, infecciones como el VIH y preguntar por medicamentos y abuso de drogas.
Al realizar pruebas de laboratorio estamos descartando otras enfermedades por lo que se propone un hemograma, pruebas hepáticas, renales, tiroideas, cortisol , anticuerpos antinucleares y medición de electrolitos. En algunos casos es importante el estudio con imágenes para descartar patologías cerebrales.
No existe un tratamiento específico para esta enfermedad; el manejo es de apoyo.
Podemos proponer terapia con ejercicio gradual e individualizar las tareas de cada paciente.
No hay eficacia de los antivirales, complejos vitamínicos, antidepresivos.
Se puede usar naltrexona a dosis bajas si hay dolor, fludrocortisona si hay disautonomía, en algunas ocasiones se puede usar inmunoglobulinas si evidenciamos disfunción inmune.
Debemos tener una actitud positiva, hacer la validación clínica de la enfermedad, afrontar esta situación con estimulación adaptativa, debemos verificar el grado de discapacidad, apoyo familiar y social, darle tiempo para que volvamos a tomar ese soplo de aliento día a día.
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